«Escribe algo, aunque solo sea una nota de suicidio». Gore Vidal.

Foto de Gore Vidal
Foto de Gore Vidal

Escuchar a Gore Vidal o leerle nunca puede dejarte indiferente. Es uno de esos pensadores disfrazado de lobo. La libertad con la que ejercía sus oficios era envidiable. Solo mentes tan lúcidas y valientes como la suya son capaces de lograr esa independencia del mundo, ese lenguaje exquisito, altivo y natural al mismo tiempo. Supongo que navegar en las aguas de la política le terminó aburriendo, él valía para mucho más. Su intelecto, su dialéctica, eran un espectáculo en sí mismos, pero sus agallas por preservar su independencia ideológica fue todo un ejemplo a seguir. Hasta tal punto que nunca admitió, y ni siquiera contempló, la posibilidad de reconocer a Christopher Hitchens como su delfín. Esa libertad de pensamiento no encajaba con herederos, ni siquiera con el único candidato posible al puesto. Miro hoy a mi alrededor y me pregunto si existe un solo político español contemporáneo que pueda si quiera habitar esa sombra que Vidal ha dejado. No los encuentro. Busco entonces entre los escritores y se me ocurren algunos muy odiados y muy queridos, pero todos encantadoramente gruñones. En ese momento es cuando justifico a mi país y me arrepiento de hacerlo. ¡Qué difícil ha sido en España desarrollar el libre pensamiento en los últimos años!
La escritura porque sí es quizá uno de los ejercicios más placenteros que existen, es el verdadero espíritu del escritor. Ya lo decía Pessoa, “Escribo sin pensar…dejando que las palabras me acaricien…”. ¿Es posible ser un mal escritor disfrutando de la escritura? Con el tiempo, me resulta difícil creer que un hacedor de frases no termine convirtiéndose en un buen escritor y que por el contrario el que escribe por ambición nunca llegue a ser brillante. Decía Gore Vidal que los malos escritores tenían serias dificultades para escribir, que para ellos escribir era complicado, que su única motivación era la ambición. Decía que debía resultarles estresante anotar cosas en una hoja cuando nada tenían que decir y no disfrutaban haciéndolo. Él siempre afirmó no estar seguro de lo que debía decir, se vanagloriaba de que lo que realmente le gustaba, con aquello que disfrutaba, era construir frases. En vida confesó a un periodista que quería ser recordado por sus frases.
No cabe duda de que el escritor de oficio es, nada más y nada menos, un artesano, aquel que siente placer al jugar con el lenguaje, al componer una frase, simples escultores, amantes del poder de la palabra, de la música que encierran, del ritmo, de la melodía que emana de los párrafos bien escritos. A menudo somos sometidos a una frase desafinada.Los  oídos, como la vista, también se entrenan con los buenos textos. El poeta Luis García Montero dice que el lector debe aprender a oír por los ojos. Supongo que para lograr eso los textos no deben estar desafinados, es decir, el escritor no es otra cosa que un artesano de frases, alguien que juega, como Pessoa, con las palabras, sin pensar si quiera, como el músico que compone desde las sensaciones, desde si mismo, atrapando las palabras a medida que llegan para luego seducir con ellas.
Gore Vidal escribió sobre el arte de la escritura en muchas ocasiones, sus afirmaciones, al igual que en la política, también resultaban algo controvertidas. Esta es mi preferida, menos gruñona que otras, donde expresa de forma acertadísima qué es ser escritor: Constant work, constant writing and constant revision. The real writer learns nothing from life. He is more like an oyster or a sponge. What he takes in, he takes in normally the way any person takes in experience. But it is what is done with it in his mind, if he is a real writer, that makes his art.” En definitiva, el arte en la escritura no radica en lo que la vida enseña al escritor sino en cómo es asimilada dicha experiencia, en lo que el escritor hace con ella. Ese es para Gore Vidal el arte del escritor, del verdadero.
Conclusión, da igual la edad, da igual qué viviste o qué vives, lo importante es qué haces con ello, lo importante es escribir, aunque solo sea una nota de suicidio.

Eva Losada Casanova.   

Novelas: El sol de las contradicciones (XVIII Premio Unicaja de novela, Alianza editorial 2017), En el lado sombrío del jardín (4º puesto Premio Planeta de novela 2010, editorial Funambulista, 2014), Moriré antes que las flores (editorial Funambulista 2021).

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