Lecturas desde la hamaca

Autora: Eva Losada Casanova

Podemos acompañar a Zweig en su último aliento de vida por una Europa que brilla y se descompone en El tiempo de ayer (Acantilado). Mirando hacia arriba, a las copas de los árboles, podemos también imaginar otro mundo, otros universos contradictorios, donde lo humano no siempre reina, en los que el humor resbala como polvo de estrellas con Anna Starobinets y La gláundula de Ícaro (Nevsky Proyects) o Ray Bradbury y sus Crónicas marcianas (Minotauro).

También llega el momento de balancearnos con novelas deliciosas, escritas desde la maestría y alejadas de la banalidad de algunos lineales e intereses editoriales, como las de Ian McEwan Eugenides (Anagrama)

Novelitas que refrescan, como las de Roth o Shnizsler (Acantilado). Novelones, como los de Henrry James, Otra vuelta de tuerca (Alba); o la etílica, Bajo el volcán de Lowry (Tusquets). Y al caer la tarde, nos decidimos a subir y respirar el aire, casi puro, de La montaña mágica de T. Mann; atravesamos un país entero con Las uvas de la ira de Steinbeck.  O bien, nos atrevemos con Crimen y castigo de Fiodor Dostoievsky y llegamos con los deberes hechos a la Cata de libros que tenemos en septiembre para, de esa manera, no sentirnos culpables.

Si queremos ser los más raros de la playa, a la par que originales, y no por el tatuaje de una cucaracha que lucimos en la planta del pie, debemos subirnos a La nave de los locos de Anne Porter, o bien detenernos en Los Espacios de Perec. Si estamos solos y la soledad no es nuestra mejor amiga, Carson McCullers y su mudo, es una apuesta segura.

Si lo que nos apetece es dialogar con Houllebecq y su peculiar mirada sobre la mujer y la vejez, sobre el tiempo y el sexo, metamos, junto a la ropa interior, claro, La posibilidad de una isla (Alfaguara). Y si esa nos resulta algo infantil, porque somos así de «cañeros» quizá, para estómagos duros o muy duros, nos valga, Deseo de la Premio Nobel Elfriede Jelinek (Destino). A lo mejor, durante su lectura, descubramos que Cincuenta sombras de Grey es una tomadura de pelo, más vale tarde que nunca. Y si nos vamos sin maleta, con la única intención de tirarnos por algún acantilado, rodeados de belleza, quizá debemos llevar bajo el brazo a Pessoa y El libro del desasosiego (Funambulista, Alianza, Pre-Textos). Si nos sabe a poco, siempre nos queda Cesare Pavese en El Oficio de vivir (Seix Barral) no os defraudará, será el empujón definitivo hacia el abismo o el ensayo teñido de tragedia.

Si lo traducido no nos convence y preferimos nacional y reciente, nada como a Javier Marías y sus enamoramientos o su Berta Isla. Y, si no somos de largo recorrido, sino que solo queremos chapotear, pero en lagos exquisitos, quizá la narrativa breve de Dino Buzzati (Acantilado) nos eleve; Carver nos traiga de vuelta; Atwood (Salamandra) o Luisa Carnés (Hoja de Lata) nos agiten; Yourcenar nos enseñe sus Cuentos orientales y Bierce, nos sumerja, con estupor, en la más profunda y deliciosa oscuridad.

Y con la maleta llena, descubrimos que no nos caben lecturas livianas y ligeras. Siempre nos sucede lo mismo, pero nunca nos arrepentimos.

¡Feliz verano!

Eva Losada Casanova es escritora, profesora de los talleres de relato, narrativa y novela de La plaza de Poe. Coordina varios CLUBS DE LECTURA. 

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