
¿Qué novela de tu juventud pudo más que una noche de juerga?
El club del pino solitario, de Malcom Saville, a los 12 años, y Journey to the East de Herman Hesse a los 18
¿Creciste entre libros o tuviste que buscarte la vida?
Crecí entre libros y periódicos, con una madre muy lectora y un padre que no se perdía detalle de lo que pasaba en el mundo.
¿Sacabas buenas notas en Lengua o te quitaban puntos por faltas de ortografía?
Sacaba buenas notas, aunque lo mío eran las ciencias. Quería dedicarme a la Astrofísica y descubrir el origen del universo.
¿Recuerdas el título de la primera novela que terminaste y luego lanzaste al fuego sin decir nada a nadie?
El templo de los sueños, con escenario en Creta. Muy fantasiosa, como otras novelas de adolescencia que duermen el sueño de los justos en el cajón
¿A qué escritor o escritora imitabas sin darte cuenta?
Algún crítico de ‘Mandala’, mi primera novela larga y Premio Andalucía, me comparó con Nadine Mortimer, pero la había leído hacía demasiado tiempo. Creo más posible que imitara sin darme cuenta a Cortázar, de quien no me cansaba de releer Rayuela porque sentía que me inspiraba.
¿Y dándote cuenta?
Henry James, de quien releí y subrayé varios libros para ver como manejaba el punto de vista, del que es el gran maestro de todos los tiempos. Traté de aplicar su técnica en Mandala. También James Joyce, para ver como aplicaba los distintos niveles de discurso interior en Ulises.
Decía William Faulkner que un escritor necesita tres cosas: experiencia, observación e imaginación. Cualesquiera dos de ellas, y a veces una puede suplir la falta de las otras dos. ¿Cuál de las tres te falta?
Tal vez un poco de cada una, porque la literatura es un proceso de desarrollo personal y aprendizaje del oficio toda la vida. Pero es tan malo que te falte una como que te excedas en otra, porque, como aprendí con mis novelas de adolescencia basadas en una imaginación desbordante, quedaban cojas por falta de experiencia.
¿Crees que la vanidad de los escritores se puede tratar?
Puede llegar a ser una patología sin cura, como en tantas otras profesiones con proyección pública. Y a veces un obstáculo para el propio desarrollo como creador. Te lleva a estar más pendiente de la imagen que proyectas o de lo que esperan de ti que de tu trabajo íntimo y personal como escritor.
Si tuvieras que quedarte a vivir en una novela, ¿en cuál te quedarías? ¿Con qué música de fondo?
Pasaje a la India de E.M. Forster, con música de ragas
¿Has llorado leyendo?
Casi se me saltaron las lágrimas conmovida por la belleza de la poesía amorosa de Amaru, un poeta indio del siglo XIV. Creo que con él descubrí el significado espiritual del amor y la potencia transformadora de la literatura.
Cuando escribes, ¿te pones tapones para los oídos o todo enmudece a tu alrededor?
Todo enmudece a mi alrededor. Solo me pongo tapones para dormir en sitios con ruido.
Qué tipo de escritora crees que eres:
Por encargo, desprecio, amor, vanidad, accidente, educación, rabia…
Por accidente
¿De qué disfrutas más, de los antónimos o de los sinónimos?
De los ántonimos, porque toda persona y personaje llevan implícitos su contrario. Igual que pasa con la realidad y la novela. Se construyen sobre un juego de contrarios.
¿Si tuvieras que vivir el resto de tu vida con un narrador, qué tipo de narrador escogerías? ¿por qué?
Alguien que me ayudara a reflexionar sobre la forma de la novela, como Milan Kundera. O alguien atento al misterio o dimensión espiritual del ser humano como Mircea Eliade.
¿Con qué autor o autora española te gustaría escribir una novela a dos manos?
En principio, con ninguno. Aunque creo que ninguna obra pertenece al autor por entero -surge de lo que nos antecede, forma y rodea-, a mi me gusta zambullirme en zonas de la psique o la memoria donde nadie puede acompañarme. Pero de tener que escoger, sería con Eugenia Tusquets o Marga Iriarte, cuya última novela a dos voces Las cartas olvidadas de Jane Eyre y Anna Karenina (Funambulista) es un ejemplo de compenetración perfecta y buena literatura.
Decía Ibsen que el escritor que deja de vivir deja de escribir. Y tú: ¿vives para escribir escribes para vivir, no vives mientras escribes o te desvives escribiendo?
Estoy de acuerdo con Ibsen, vida y escritura se retroalimentan la una a la otra. No puedo vivir sin escribir, ni escribir sin vivir.
¿Crees en la amistad entre autor y editor o eso solo pasa en las películas?
Vives en la ilusión de que esta amistad existe mientras se edita y estás publicando una novela, porque se establece una complicidad y entusiasmo compartido. Cuando tu obra llega al mercado descubres que no siempre compartís los mismos intereses. El objetivo primero del editor es vender y el del escritor la satisfacción de haber escrito el mejor libro que podía. Aunque felizmente muchas veces coinciden, cuando das con un editor como los de antaño, que antepone el prestigio y coherencia de su catálogo a las exigencias del mercado.
Dime cuáles crees que son las dos grandes imposturas de un escritor novel.
Ir de auténtico cuando sólo es ignorante, creyendo que cualquier vómito personal es literatura.
¿Y las de un escritor con más de una docena de títulos publicados?
Creerse genial y dar por bueno todo lo que sale de su pluma, como si estuviera tocado por la gracia divina. Tanto en el escritor novel como en el consagrado se debe a falta de autocritica y en éste, con el añadido de la arrogancia.
¿Qué es más importante para escribir, un gran dominio del lenguaje, o una trama trepidante?
No creo mucho en las tramas trepidantes, aunque sí en un buen argumento que depende del uso inteligente del lenguaje para tratar un tema. Y ni que decir tiene para la poesía.
¿Se puede escribir bien solo viendo películas?
No conozco a nadie que haya escrito una novela sin haber leído un libro, y no conozco tampoco buenos guionistas que no sean también lectores. Pero supongo que nada es imposible.
Define influencer
La RAE lo define como “un anglicismo usado en referencia a una persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales”. Antes de internet, escritores, artistas e intelectuales eran los influencers natos a través de la critica y periodícos. Con las redes les quitaron el sitio personajes del corazón y narcisistas varios con ansia de fama. Como la fama ha sustituido al prestigio como baremo para medir la repercusión de la obra de un escritor, más escritores se presentan y utilizan las técnicas del influencer para triunfar o para sobrevivir en el mercado. Los vemos en Instagram y otras redes exhibiendo sus modelitos o vida social y personal para promocionar sus libros.
¿Crees que la novela ha muerto o que está más viva que nunca?
Está mas viva que nunca, porque el conflicto de lo humano con el mundo que nos ha tocado vivir es cada vez más virulento. Y todavía no se ha inventado nada que pueda sustituirla para dar cuenta de ello. A cuanta más avalancha de información externa -las mas de las veces sesgada, parcial y opaca- más se necesita de la novela para filtrar lo que es relevante para la existencia de entre tanto ruido y tanta basura ambiente, lo que pasará a formar parte del inconsciente colectivo. Por ello, pueden o no faltar buenos novelistas, eclipsados o no por el mercado, pero nunca temas en busca o a la espera de su autor.
Si fueras editor, ¿a quién no hubieras publicado jamás?
A todo aquel que no aporte una gotita de valor literario al rio de la literatura que fluye desde tiempo inmemorial hacia un horizonte sin fin; aunque a veces no lo veamos porque se comporta como el Guadiana y sigue bajo tierra para reaparecer unos kilómetros más adelante. En la práctica, supongo que se traduciría en no publicar a todo famoso o no sin talento.
Si te dejáramos viajar al pasado ahora mismo, ¿con qué tres escritores o escritoras te harías la encontradiza?
Con muchos más de tres. Cortázar, Milan Kundera, Jane Austen, Henry James, Doris Lessing, Carmen Laforet… dificil escoger, y no porque los admire mas que a Virginia Wolf o a Kafka si no porque me parecen menos neuróticos o más asequibles.
¿Qué momento es el mejor para que un escritor se retire?
Cuando ya ha dicho todo lo que tenía por decir, que suele coincidir con el momento en que repite fórmulas pasadas y ha perdido la inspiración. Pero a menudo tambien con el momento de fama, máxima proyección mediática y presión del editor y del mercado para que siga produciendo lo mismo, lo que les suele incapacitar tanto para innovar como para retirarse. Hay que ser muy valiente para cortarse la coleta llegado el momento.
Escribe un mensaje para lanzarlo dentro de una botella a la PEPA ROMA del futuro. Un mensaje que quepa en una botella…
Cuando encuentre este mensaje al final de mi vida como escritora espero poder dar cuenta de cómo he utilizado los talentos que se me dio para hacer algo significativo, sin tener que arrepentirme por lo que no he hecho o no he escrito.
PEPA ROMA
Nacida en La Sentiu, Lleida. A los siete años se trasladó a Barcelona con su familia donde estudió Ciencias de la Información y Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma. Tras vivir en Londres, Australia, San Francisco y varios años de viaje en los cinco continentes, trabajó 30 años como periodista en los principales medios españoles, desde Tele/eXpress o El Periódico de Catalunya a TVE, Diario16 o El País.
Entre sus libros de narrativa figuran Adios Istambul, accesit del Premio Antonio Machado de Relatos Breves 1990; Como desaparecer sin ser visto, Exadra 1991; Mandala, Premio Andalucía de Novela 1997, Alfaguara; Indian Express, Premio Azorín de Novela 2011, Planeta; Una familia imperfecta, Espasa 2017, traducida al catalán por Pagès Editors en 2019.
En el apartado de ensayo es autora de La trastienda del escritor. Una vocación y un oficio (Espasa Hoy, 2003); Jaque a la Globalización. Cómo crean su red los nuevos movimientos sociales y alternativos (Grijalbo 2001); De profesión, periodista (Anaya, 2000); Hablan Ellos (Plaza & Janés, 1998). Ha sido también directora de la colección Modelos de Mujer (Plaza & Janés).
En noviembre de 2018 recibió el Premio Ítaca de la UAB en reconocimiento a su trayectoria como periodista, escritora y viajera.