Leer La muerte de Virgilio es entrar en trance, vaciarse de uno mismo una y otra vez.

TALLERES, charlas, eventos, CATAS literarias y certámenes. Fomentamos la escritura.
Leer La muerte de Virgilio es entrar en trance, vaciarse de uno mismo una y otra vez.
Mishima crece de espaldas al mundo, pero frente a lo que desea, y es ese deseo prohibido lo que le hace sufrir lentamente. Según sus palabras, es ese sufrimiento lento, el único sufrimiento posible.
Si el lector no se ha sumergido todavía en este exquisito relato del maestro de escritores, sería una buena idea dejar de leer este artículo. Leer ambos textos en el orden equivocado, no dejarse sorprender por Edgar Allan Poe y sí por mí, sería una lástima.
Fue durante la edad escolar cuando August Strindberg descubrió que algo no le gustaba, que algo no encajaba. Esos años en los que el entorno te juzga sin filtros, en los que la crueldad va desnuda por el patio del colegio, cuando la culpa se convirtió en una obsesión para él.
Allí fuera hay una guerra, una guerra humana que no está definida, puede ser cualquier guerra. La sociedad llevada a lo más esencial, a lo básico: comer, dormir, copular y sobrevivir; pero sobre todo huir. No importa si somos hombres o animales, eso no cambia. Las emociones, no descritas, existen, son las del lector, es él quién las pone en el texto, es el lector quién completa lo que Zaniewski narra.