Hablamos de Literatura con Noemí Sabugal

Noemi Sabugal
Noemí Sabugal

¿Qué novela de tu juventud pudo más que una noche de juerga?

Muchas. Me gusta salir pero también me gusta enroscarme en la cama con un buen libro. Si hablamos de los años anteriores a los veinte y por ahí, estaría en mi fase latinoamericana. Leí a muchos autores del boom en esos años.

¿Creciste entre libros o tuviste que buscarte la vida?

En casa había libros, pero tampoco muchos. Lo que sí había era una buena enciclopedia Larousse, el Internet de la época. En ella buscaba los datos que necesitaba para los trabajos del colegio y del instituto. Después empezó a haber más libros. Mis padres nos compraban los que pedíamos y durante una temporada fueron socios del Círculo de Lectores. Pero casi todas mis lecturas venían de los libros de la biblioteca municipal de mi pueblo, que fue muy importante para mí.

¿Sacabas buenas notas en Lengua o te quitaban puntos por faltas de ortografía?

Tengo que reconocer que era bastante empollona, seguramente demasiado, y tenía buenas notas. Los temas de Literatura eran mis favoritos y cuando había que escribir un cuento o una redacción, me sentía en mi elemento.

¿Recuerdas el título de tu primera novela fallida?

Por supuesto y todavía la conservo. Es un título muy cursi. Se llamaba Corazón de fuego. Era una novela inspirada en las películas del Oeste que veíamos con mi padre. Estaba escrita en primera persona y en ella había una tal Noemí Konrad que acababa de heredar un rancho en Kansas y tenía que hacerse respetar por los vaqueros que trabajaban en él.

¿A qué escritor o escritora imitabas sin darte cuenta?

Pues como no me daba cuenta, no lo sé.

¿Y dándote cuenta?

A todos los que admiraba. Como en la vida, se empieza a aprender por imitación pero pronto aparece la voz propia. Es como en una familia. Se imita lo que hacen los padres y sin embargo hay hermanos que no pueden ser más distintos entre sí. Todos tenemos nuestra identidad y cuanto más personal sea también la identidad literaria, mucho mejor.

Decía William Faulkner que un escritor necesita tres cosas: experiencia, observación e imaginación. Cualesquiera dos de ellas, y a veces una puede suplir la falta de las otras dos. ¿Cuál de las tres te falta?

Tengo de las tres, pero todavía me queda mucho que aprender de las experiencias de la vida, mucho que observar y mucho que imaginar. Creo que soy más observadora que imaginativa.

¿Crees que la vanidad de los escritores se puede tratar?

Sí, y además es muy fácil: se trata poniéndose a escribir. Cada vez que escribimos, estamos peleando con nuestras limitaciones y frustraciones, con la inseguridad y la sensación de que lo que estamos haciendo no vale nada. Escribir es una lucha constante y no se acaba jamás. Nunca se puede decir que ya lo sabes todo. Es imposible. Así que puede haber una vanidad de blablablá y mucha impostura de cara a la galería, pero eso se viene abajo en la mesa de escritura y ante las dificultades de hacer un buen libro. Hay escritores vanidosos, sin ninguna duda, pero es un defecto repartido en todas las profesiones. Lo que pasa es que en los escritores, como contamos cosas y a veces nos entrevistan, se nota más.

Si tuvieras que quedarte a vivir en una novela, ¿en cuál te quedarías? ¿Con qué música de fondo?

No querría quedarme a vivir en las novelas que me gustan. Están llenas de problemas y de personajes problemáticos. Me quedaría a vivir en una novela que contara un largo verano de vacaciones sin hacer gran cosa. Sería una novela aburridísima de leer pero muy tranquila de vivir. De música de fondo estaría bien blues o jazz.

¿Has llorado leyendo?

Sí. Y escribiendo, más. Pero no muchas veces.

Cuando escribes, ¿te pones tapones para los oídos o todo enmudece a tu alrededor?

Escribo en un silencio total. No soy capaz de escribir escuchando música porque su ritmo interfiere con el de las palabras, con mi ritmo interno. A veces escribo en trenes, pero lo mío es la escritura en un silencio y soledad gozosos.

Qué tipo de escritora crees que eres:

Por encargo

Por desprecio

Por amor

Por vanidad

Por accidente

Por educación

Por amor y por rabia. La rabia me ha llevado a escribir muchas cosas.

¿De qué disfrutas más, de los antónimos o de los sinónimos?

Lo ideal es la palabra precisa.

¿Si tuvieras que vivir el resto de tu vida con un narrador, qué tipo de narrador escogerías?

Un narrador objetivo.

¿Con qué autor o autora española te gustaría escribir una novela a dos manos?

Me resultaría difícil escribir una novela a medias. No digo imposible, pero sí difícil.

Decía Ibsen que el escritor que deja de vivir deja de escribir. Y tú: ¿vives para escribir, escribes para vivir, no vives mientras escribes o te desvives escribiendo?

Un poco de todo. La escritura también es la vida y ambas se nutren entre sí.

¿Crees en la amistad entre autores y editores o eso solo pasa en las películas?

Puede existir una buena amistad entre autores y editores, pero lo  primero que debe haber es respeto y profesionalidad. Los cafés y cañas vienen si tienen que venir.

¿Cuáles crees que son las dos grandes imposturas de un escritor/a novel?

Pueden ser las mismas que las de un autor consagrado. El autor novel puede pensar que lo que escribe no se parece a nada más, como si viniera de Júpiter, y el consagrado puede pensar directamente que es Júpiter porque forma un planeta en sí mismo. Ambos podrían creer que escriben de espaldas a todo lo que se ha escrito y a lo que ellos mismos han leído, lo que no es cierto. De la nada no sale nada.

¿Y las de un escritor con más de una docena de títulos publicados?

No había llegado a leer esta pregunta. Me remito a lo dicho antes.

¿Qué es más importante para escribir, un gran dominio del lenguaje o una trama trepidante?

Todo es importante y nada lo es por sí mismo. Un libro puede estar escrito con un lenguaje muy hermoso pero no contar nada, o bien tener una gran historia pero muy mal escrita.

¿Se puede escribir bien solo viendo películas?

No.

Define influencer

Cervantes. Pardo Bazán. Galdós. Rosalía de Castro. Lorca. Carmen Laforet. Delibes. Y así muchos.

¿Crees tú también que la novela ha muerto?

Llevamos contando novelas desde que vivíamos en cavernas y nos inventábamos historias junto al fuego, así que la novela no morirá nunca. Necesitamos contar historias para conocernos y para mostrarnos.

Si fueras editora, ¿a quién o qué libro no hubieras publicado jamás?

Si fuera editora intentaría no publicar ningún libro que no me gustase.

Si te dejáramos viajar al pasado ahora mismo, ¿con qué tres escritores o escritoras te harías la encontradiza?

Me gusta más conocer a las escritoras y escritores por sus libros que en persona. Y hay muchos cuyo talento admiro, pero que sería mejor no conocer. Intentaré elegir algunos nombres. Por ejemplo, sería divertido pasar una tarde con Ray Bradbury, que tenía pinta de ser un buen tipo. Y sería increíble cenar con Pardo Bazán y con Galdós y ver si se ponen ojitos de un lado a otro de la mesa.

¿Qué momento es el mejor para que una escritora se retire?

Esta respuesta es fácil. El mejor momento para retirarse es cuando sientes que ya no tienes nada más que decir. Puede no ocurrir nunca y puede ocurrir a los veinticinco.

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Espero que sigas ahí y que continúes escribiendo.

Noemí Sabugal es escritora y periodista, nació en León en 1979. Ha sido reconocida por su trabajo como periodista, novelista y ensayista, en varios premios, entre ellos el Premio de Novela Felipe Trigo en 2013, por la novela El hombre acecha. Recientemente ha publicado el ensayo  Hijos del carbón (Alfaguara, 2020) seleccionado como finalista para el Premio de la Crítica de Castilla y León.

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Foto: Noemí Sabugal

Mayo 2021


Eva Losada Casanova. Escritora.

 

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