Decía Faulkner que «el artista debe ser despiadado». En esta excelente novela, él, lo es. Nos adentramos en este libro como en El ruido y la furia, o como en cualquier otro texto del autor: a ciegas.

TALLERES, charlas, eventos, CATAS de libros y certámenes. Fomentamos la escritura.
Decía Faulkner que «el artista debe ser despiadado». En esta excelente novela, él, lo es. Nos adentramos en este libro como en El ruido y la furia, o como en cualquier otro texto del autor: a ciegas.
El viaje del escritor. Un encuentro virtual con la escritora Eva Losada Casanova. Viernes 13 de noviembre. 20:00h
La novela «Anna Karénina» recrea con sumo detalle cada gesto y cada mirada, las manos de sus protagonistas, como alas de mariposa, recorren el espacio de entendimiento y desencuentro entre los personajes. Y ahí está el lector para preguntarse sobre sus propias decisiones y enfrentarlas a las de los personajes.
Autorretrato con radiador es un duelo, es una canción que atraviesa los días del año, es una bella ofrenda a la muerte.
Los personajes que forman la historia no son lo que parecen, los ángeles son, en realidad, demonios, todos persiguen algo, pocos lo consiguen. La razón contra las supersticiones, la otra belleza, la naturaleza frente a lo divino, la caridad frente a la bondad, los sueños que se desvanecen ante un destino que se impone.
Hay novelas que suenan, que todo en ellas se mueve y a veces sientes que tú te mueves con ellas. No hablo de novelas de aventuras sino de novelas que logran arrancar al lenguaje mucho más de lo que aparentemente puede ofrecer. Es el caso de la novela El Maestro y Margarita del escritor ruso Mijail Bulgákov.
Y es así como el conocimiento socrático intenta arrojar un poco de luz a la locura a través de la exposición de esos sentimientos. La locura está en el cerebro ¡Qué grande era Sócrates!
Mishima crece de espaldas al mundo, pero frente a lo que desea, y es ese deseo prohibido lo que le hace sufrir lentamente. Según sus palabras, es ese sufrimiento lento, el único sufrimiento posible.
Una revisión de los premios literarios y nosotras, las mujeres que escribimos. ¿Qué ha sucedido en los últimos 100 años? ¿Está cambiando la tendencia?
Al igual que el personaje de la profesora, Erika K, la autora, en su encierro, vive su imperfección, lo hace entre cuatro paredes y mete sus deseos dentro de un armario al que llama novela.
En sus páginas hay belleza, movimiento, espacios, símbolos, metáforas de situación enternecedoras y una tristeza agridulce que te envuelve como una manta raída.
Leer a Thomas Bernhard es un acto de reconciliación con el pasado, con el oficio de escritor, con la soledad y, sobre todo, con la vida misma. Es el vuelo circular de la muerte, el apoderamiento de las conciencias ajenas. Leer a Thomas Bernhard es exprimir la vida hasta caer rendido.
No existe un método infalible para escribir una novela, no existen los famosos «diez pasos» para escribir una novela, ni veinte, no existen recetas milagrosas, ni guías sencillas, ni pócimas mágicas, ni atajos, ni pastillas de colores.
Entre la casa de empeños de Pilestradet, el café Oplandske, la oscuridad de los portales de Torvgaten y al abrigo del bosque de Bogstad, deambula en círculos casi perfectos un escritor sin nombre.
¿Es posible que cincuenta años más tarde, un día, el escritor relea un texto propio y se identifique completamente con él hasta el punto de poder haberlo escrito esa misma mañana?
Frases que se enroscan en partículas de polvo, pensamientos que trepan por los hilos de una vieja cortina, miradas que van de una orilla a otra, de una ventana a un lienzo en blanco. Brochazos, gestos y la vida misma que revolotea entre las vigas de una casa de verano en la costa escocesa.
Uno puede intentar abordar su lectura ataviado con una brújula, dos cantimploras y un mapa del territorio; o, por el contrario, acompañar a su protagonista a través de los laberintos de su conciencia, de los espejos y los sueños, como un niño va de la mano de su madre o padre, el primer día de escuela: confiado, pero cauteloso.
Me contaba mi madre que, cuando ella y mi padre eran novios, viajaron a Ciudad de México a visitar a la familia paterna en el exilio. Mi madre, joven e ingenua, quedó fascinada por aquella tierra que abrazaba y ensalzaba la poesía de León Felipe.
Títulos de Musil, Melville, Jelinek, LagerlÖf y tantos otros, apenas se encuentran en las librerías, ni siquiera en plataformas digitales. en ocasiones no puedo incluir títulos de magníficos escritores en los clubs de lectura porque no se pueden adquirir.
Leer a Faulkner, en ocasiones, es un acto de entrega incondicional a lo desconocido. Adentrarse sin linterna en una caverna oscura, listo para ser puesto a prueba. Cuando uno decide sobrevolar el universo del rompecabezas El ruido y la furia, debe armarse de confianza, la confianza en la Literatura, la otra Literatura.
Las CATAS DE LIBROS son debates, reuniones de lectores con un libro ya leído bajo el brazo. Seres que se entregan a un viaje, de más de dos horas, por la vida del autor, su obra, influencias, textos y por aquellos aspectos de su crecimiento que pudieron marcar su literatura, la voz o los temas a los que regresan una y otra vez. En las CATAS DE LIBROS nos acercamos a los autores desde la historia de su pais, la sociedad que los vio formarse y descubrimos sus obsesiones profundizando en la lectura del libro propuesto.
Un taller no es un discurso del método, un puñado de consejos vacíos, un cuaderno de apuntes, ni repasar la vida de medio centenar de autores; sino un campo sembrado de experiencias donde ves crecer los textos, los riegas, los podas, los abonas, los pules y al final los haces tuyos.
La sucesión de símiles, metáforas y figuras narrativas varias, nos envuelven en la primera página y ya no nos abandonan hasta que en el último relato, el de la silenciosa y enigmática Tonka, aflora, finalmente la intención última del autor: diseccionar en la mesa de su laboratorio las relaciones de poder...
Es un relato inquietante, donde reina un manejo magistral de la transición. Liga de manera fluida, armónica y con un ritmo cuidado, cada idea, cada regresión...
El desdoblamiento del escritor es un acto necesario, su multiplicidad es, quizá, privilegio de tan solo unos pocos. Cuando ese desdoblamiento se practica una vez, resulta casi imposible no seguir intentándolo, no empeñarse en ejercitar el músculo del ser múltiple, habitante de universos inventados pero reales. Y si no, ¿por qué escribimos?
El amor, parte del desierto del tiempo, latente en cada página, nos acoge de una manera agria y dulce al mismo tiempo, enredado en una pura contradicción, al igual que en la vida.
Allí fuera hay una guerra, una guerra humana que no está definida, puede ser cualquier guerra. La sociedad llevada a lo más esencial, a lo básico: comer, dormir, copular y sobrevivir; pero sobre todo huir. No importa si somos hombres o animales, eso no cambia. Las emociones, no descritas, existen, son las del lector, es él quién las pone en el texto, es el lector quién completa lo que Zaniewski narra.
He llenado mi vida entera de recuerdos, los he hecho mi presente e incluso he permitido que tejieran mi futuro. Un corazón joven, abierto y desprevenido es un músculo propenso a guiarnos a ciegas por caminos que, erróneamente, a esa edad, creemos eternos.
VI Certamen joven de relato CUENTOS EN CASA 2020. Convoca La plaza de Poe, con la colaboración de Red de Bibliotecas de la Comunidad de Madrid, Asociación Colegial de Escritores, Instituto europeo de diseño de Madrid, y Mimo idiomas.
Tengo la librería repleta de autoras y yo sin saberlo.
Nuestras creencias, educación y orígenes acompañan los pequeños discursos informales que conforman un microclima de reflexión y divertimiento casi único. Aderezamos esas pocas certezas con un estupendo vino que nos ayuda a interpretar los universos en los que nos adentramos con toda la inseguridad que, creernos aprendices, nos acompaña.
Persépolis se divide en cuatro partes cuyo ritmo narrativo está fragmentado en capítulos que escenifican cada pasaje importante en su vida.