Hablamos de Literatura con Guillermo Roz

Guillermo Roz

¿Qué novela de tu juventud pudo más que una noche de juerga?

De la tierra a la luna, de Julio Verne.

¿Creciste entre libros o tuviste que buscarte la vida?

El libro más importante de mi biblioteca materna, formado por tres libros, era el de recetas de cocina de Doña Petrona. Con esto lo digo todo.

¿Sacabas buenas notas en Lengua o te quitaban puntos por faltas de ortografía?

Siempre fui un estudiante del montón. Más bien destacaba en mala conducta.

¿Recuerdas el título de la primera novela que terminaste y luego lanzaste al fuego sin decir nada a nadie?

Si, se llamaba Carnal. Era tan mala como tierna.

¿A qué escritor o escritora imitabas sin darte cuenta?

Cortázar, siempre Cortázar. Quería hasta convertirme en un tipo alto para parecerme a él.

¿Y dándote cuenta?

Y dándome cuenta a nadie. Cuando hace tiempo que escribes te das cuenta que lo mejor a lo que puede aspirar un escritor es a ser él mismo.

Decía William Faulkner que un escritor necesita tres cosas: experiencia, observación e imaginación. Cualesquiera dos de ellas, y a veces una puede suplir la falta de las otras dos. ¿Cuál de las tres te falta?

No citaría a ninguna de las tres entre mis preferidas. Para mí la más importante es la de tener el coraje de vivir adentro de un mundo que no existe, sin temor al que dirán. Quizás ese valor sea una mezcla de coraje y de locura.

¿Crees que la vanidad de los escritores se puede tratar?

No.

Si tuvieras que quedarte a vivir en una novela, ¿en cuál te quedarías? ¿Con qué música de fondo?

Igual en La Divina Comedia, para el lado del Paraíso. Música de Bach y de Stevie Wonder.

¿Has llorado leyendo?

Justo, con La Divina Comedia. Fue la primera vez. No entendía lo que me pasaba. Ahora sé que era el descubrimiento de la literatura.

Cuando escribes, ¿te pones tapones para los oídos o todo enmudece a tu alrededor?

Si lo necesitase lo haría, pero no, aunque sí escribo en silencio.

Qué tipo de escritor crees que eres:

Por encargo

Por desprecio

Por amor

Por vanidad

Por accidente

Por educación

Por todo eso y por escapismo y porque necesidad de saber y por la sensación de libertad y por el desafío de un puzzle para el que nadie te ofrece piezas y por muchas cosas más que no sabría definir, pero que siempre siento cada vez que escribo.

¿De qué disfrutas más, de los antónimos o de los sinónimos?

De los sinónimos, aunque la idea de sinónimo me parece una mentira: cada palabra aporta un matiz que ninguna otra puede igualar. Cada palabra tiene su particular literatura.

¿Si tuvieras que vivir el resto de tu vida con un narrador, qué tipo de narrador escogerías? ¿por qué?

Me gustan los narradores mentirosos que saben esconder la mentira. Me gustaría ir detrás de él averiguando cuándo y porqué miente.

¿Con qué autor o autora española te gustaría escribir una novela a dos manos?

Con Javier Marías, con Luisgé Martín, con Andrés Barba, con Marta Sanz, con Antonio Muñoz Molina, y, si se dignasen a levantarse de la tumba, con mil más.

Decía Ibsen que el escritor que deja de vivir deja de escribir. Y tú: ¿vives para escribir escribes para vivir, no vives mientras escribes o te desvives escribiendo?

A veces, sí, me da la impresión de que vivo para contarla. Pero escribir para vivirla también está muy bien.

¿Crees en la amistad entre autor y editor o eso solo pasa en las películas?

No tengo el gusto de amistades profundas y me llevo muy bien con mis editores. Confieso que entre ellos hay muchos dignos de llamarse buena gente.

Dime cuáles crees que son las dos grandes imposturas de un escritor novel.

Nada se le puede achacar al escritor novel, la ilusión del reconocimiento es demasiado adictiva para no poder perdonarle cualquier pecado.

¿Y las de un escritor con más de una docena de títulos publicados?

La impostura de un escritor es la de cualquiera que cree que algo de lo que ha hecho en su vida, debe ser considerado como un argumento para que lo miremos con adoración religiosa.

¿Qué es más importante para escribir, un gran dominio del lenguaje, o una trama trepidante?

El lenguaje es lo único que existe. El resto es imaginación en movimiento. Imaginar imagina cualquiera. Ponerse a trabajar picando la piedra de una lengua para conseguir un lenguaje propio, casi nadie.

¿Se puede escribir bien solo viendo películas?

Se puede escribir bien solo escribiendo. El resto son extras.

Define influencer

Preferiría no hacerlo.

¿Tú también crees que la novela ha muerto?

La novela recién ha nacido.

Si fueras editor, ¿a quién no hubieras publicado jamás?

Tengo envidia a demasiada gente con éxito literario y/o de ventas como para resumirlo en una entrevista.

Si te dejáramos viajar al pasado ahora mismo, ¿con qué tres escritores o escritoras te harías el encontradizo? ¿Con cuáles el escurridizo?

Lo llevaría del brazo a Borges por Buenos Aires y por Ginebra. Ése vale por tres y por tres mil. No me escurriría de ninguno, creo, soy demasiado curioso para perderme el encuentro con cualquier escritor.

¿Qué momento es el mejor para que un escritor se retire?

Nunca.

Escribe un mensaje para lanzarlo dentro de una botella al GUILLERMO ROZ del futuro. Un mensaje que quepa en una botella…

Ahí van estas palabras detrás de una mascarilla, querido Guille. Espérame que voy para allá. Llevo alfajores.

Guillermo nació en Buenos Aires en 1973, vive en Madrid desde 2002, ciudad en la que escribe. En 2020 publica dos novelas ilustradas por Oscar Grillo. En 2015 gana el XVI Premio Unicaja de novela Fernando Quiñones con la novela Malemort, el impotente, publicada por Alianza editorial en el mismo año. En 2016 ganó le otorgan el Premio de Narración Breve de la UNED con el relato Carpinacci no vuelve.

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Foto: Guillermo Roz



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